Obsolescencia programada

¿Cada cuánto cambias de móvil? ¿Cuántos televisores has comprado a lo largo de tu vida? Aunque esto nos parezca algo normal, la obsolescencia programa afecta de manera negativa a nuestra economía y nuestros ahorros.
Tablet, móvil y café sobre mesa.

¿Qué es la obsolescencia programada?

La obsolescencia programada es lo que se conoce como la vida útil que el fabricante calcula y da a un producto, por lo que después de este periodo delimitado, el producto perderá calidad, funcionalidad y utilidad con el objetivo de que el consumidor lo reemplace por uno nuevo.

La obsolescencia programada asegura a las empresas una constante demanda de productos, por lo que estas tienen también una continua oferta y a priori continuos beneficios, lo que supone un gran impacto en la economía.

Historia de la obsolescencia programada

Nos tenemos que remontar a la bombilla para ver el primer ejemplo de obsolescencia programada. Tras los primeros 30 años de invención, los fabricantes habían desarrollado este producto con tal perfección de diseño que tenían una vida útil de 2.500 horas, lo que, en lugar de suponer un logro para la industria, suponía un riesgo a nivel de negocio, ya que la demanda no cubría los costes de producción.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, los fabricantes decidieron empezar a acortar la vida útil de los productos y desde entonces vemos como cada cierto tiempo necesitamos cambiar nuestra nevera, nuestra lavadora y por supuesto nuestros teléfonos móviles.

Tipos de obsolescencia programada

Existen 3 tipos de obsolescencia programada:

  • Obsolescencia indirecta: Afecta a aquellos productos que, por su imposibilidad de repararlos, hace que tengamos que sustituirlos
  • Obsolescencia por incompatibilidad: Se da cuando un producto determinado es incompatible con el momento actual.  Un ejemplo de este tipo de obsolescencia serían los programas informáticos o los sistemas operativos.
  • Obsolescencia psicológica: En este caso el marketing tiene mucho que ver tratando de instaurar en la mente del consumidor el hecho de que determinados productos han quedado obsoletos y que hay que sustituirlos por nuevos modelos.

¿Cómo nos afecta la obsolescencia programada?

Actualmente nos encontramos en un ciclo sin fin de comprar, usar, tirar, comprar, usar, tirar, y de adquirir productos que realmente no necesitamos. Algo que nos afecta económica y piscológicamente.

Asumimos que la tecnología o incluso la ropa se usa, se rompe, se tira y se vuelve a comprar y no nos damos cuenta de que eso afecta a nuestra capacidad de ahorro.

Pero es que además de afectar a nuestras finanzas, estamos contribuyendo a la generación masiva de residuos y a la degradación del medio ambiente.

¿Qué podemos hacer para evitarla?

Reciclar, intentar reparar o alargar la vida útil puede ser un primer paso para luchar contra este sistema de obsolescencia programada.

También comprar cosas de segunda mano puede ser una opción o intentar buscar siempre productos con diseño social y sostenible, fabricados con materiales biodegradables o buscar productos que no se han fabricado con obsolescencia programada.  

Aunque resulta muy difícil diferenciar este tipo de productos, ya que no existe ningún tipo de registro oficial que lo certifique, algunas fundaciones trabajan para ello, como la fundación Feniss que ha impulsado el sello ISSOP (Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada) y que aseguran que el producto que lo incluye ha sido fabricado de forma sostenible y sin obsolescencia programada